lunes, 26 de octubre de 2009

Comentario al debate “¿DISCIPULOS, LECTORES, HIJOS?”, por Margarita Scotta.

Sí, como plantea Marité, para acceder a la singularidad algo del amor al padre tiene que atravesarse (implicando esto la posibilidad de “un nuevo amor”; o sea, amar distinto a cómo veníamos…); que Gonzalo retoma haciéndolo pasar al grupo como producción y Emiliano se pregunta que esto podría ser la vida más allá del análisis… recordé esa enigmática idea freudiana en su Conferencia de 1916, donde él cuenta que cuando habla de “transferencia paterna” no se refiere a lo que al paciente le pasaba con el papá y lo re-edita con el analista, tampoco a las características de aquella relación con aquel señor tal, sino que él se refiere al campo donde se alcanza el dominio de la libido. Es a “eso” a lo que Freud argumenta que llama “transferencia paterna”. ¿De qué está hablando? Quizás, de un amor, transferido, en un análisis, que desplaza la potencia libidinal de cada uno (digamos, retenida hasta entonces en un “amor” al padre por fuera del análisis, habrá que ver qué forma o manifestación, o síntoma, presentaba para cada uno, cada vez) pero que debería ser tomada por el analista para dominarla, diría, a favor de la singularidad… en fin… estoy pensando en voz alta con los miembros de la Red… no sé qué les parece ¿No es increíble ese párrafo de Freud? Pareciera que si esto no acontece, si uno no toma la decisión de analizarse, podríamos quedar por fuera de la vida en serio… Freud es contundente, no anda con vueltas…

Marcarita Scotta

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