Me imagino la red de psicoanalistas como una red extensa que pueda configurarse por un número infinito de nudos. Y que estos nudos podrían estar compuestos por conjuntos finitos o infinitos.
Me imagino que esos nudos nos darán la oportunidad de permanecer unidos el tiempo que nos sea necesario. Es decir, sostenidos por el perseverar del sentirse llamados a partir con otros.
Se trataría, entonces, de un hacer multiplicador, móvil, e imposible de que tome consistencia en la unificación que organiza la burocracia.
No sería el de Un hacer que dependa del Ideal; o del Superyo, que ordena el saber de las instancias para mejor dominio de las cooptaciones de grupo y para mayor ganancia del circuito que inhiba el desear.
No; por lo contrario sería un hacer de los unos que nos con-vocarían en el defecto que haga tres. Y eso se llama psicoanálisis.
Me imagino que a ello responderemos cada cual, sea quien sea - pero no cualquiera- con nombre y apellido; sosteniendo qué - como respuesta a ese llamado- se puede saber de lo que piensan, de lo que hacen y de lo que dicen los psicoanalistas. En plural.
Me imagino que sea esta la forma de preservar la iniciativa de los psicoanalistas.
Me imagino que sea ésta la forma que tengan los psicoanalistas para hacerse conocer.
Beto Manino
2 comentarios:
Tanto los grupos de (control) transmición de la práctica analítica como la red promueven lazos cuestionando al uno ideal de la normativización y la burocracia.
La red por los escritos de los que la componemos y los grupos por las diferentes voces de los analistas q los integran.
... entonces, a la red la hace la escritura mientras que al grupo, las voces... se puede escribir sobre el espacio de la ausencia del cuerpo del otro, esa presencia que suele inhibir el pensamiento y empujar a la respuesta compulsiva... hay tiempo para responder... el otro no coacciona en la Red...
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