Hola, esto es medio viejo (como yo, MEDIO viejo) y salió en el diario Libèration. La expresión "de una" se me ocurrió volcarla así y "sin dramas" aussi, ya lo dice el dicho: traduttore ¡tradittore!. Trata de las cosas terribles que tiene la vida.Qué podemos decir?. Algo se dice en este artículo. Ahora recuerdo un almuerzo largo en su casa, con su esposa Charlotte, su hija Judith ("háblale a mí en español que soy aprendiendo", un alemán, una italiana, y Sibony hablando en 4 lenguas y diciendo que cada vez que las dejaba de hablar las olvidaba por completo y preguntándome cómo podía alguien de solamente 30 años trabajar de analista. Las cosas preciosas que tiene la vida.
Marcos Esnal
Eutanasia, por Daniel Sibony
La mujer (1) que demandó a la justicia que autorice a su médico a hacerla morir a planteado un acto singular del cual el interés sobrepasa la gestión jurídica del final de una vida. Esta mujer sufrió el ataque de una enfermedad incurable, invivible, que también la desfigura, es decir, le hace vivir una catástrofe narcisista; nos reconocemos en el rostro, y el suyo le imponía verse devenir otra, completamente otra; le imponía ya no poder reconocerse. Un mal de más, que se agregaba al de una muerte inminente.
Pero ella tenía cierta motilidad, es decir que podía, como otros, poner fin a sus días por una sobredosis de somníferos. No era entonces el acto de morir el problema. Ella quería otra cosa. Quizá quería que la instancia de la ley reconociera su sufrimiento y le dijera una palabra de consuelo: sí, tú sufres demasiado, es inhumano, comprendemos que la medicina te ayude a terminar con eso, no le diremos nada al médico, tu sufrimiento es más fuerte que la ley que a él le impide actuar.
Pero la justicia, la pobre justicia reducida a conducir los asuntos corrientes y a señalar los reglamentos, no tan simples de aplicar, no tiene el hábito de simbolizar un sufrimiento, de producir actos de consuelo. Ella, que puede demorar un proceso más de 10 años e infligir el sufrimiento de la espera a personas que “mueren” de injusticia, y que esperan en vano, ella no podía sino reenviarla al reglamento. Y es lo que hizo.
Los que piden a la ley autorizar formalmente la eutanasia hablan sobre todo su angustia de decidir ellos mismos su muerte. Demandan que la ley los proteja, los cobije bajo su ala. Es una demanda conmovedora, audible, pero no fácil de industrializar. Tratarla caso por caso no parece tonto.
Querer hacer de esa demanda una ley seduce a los espíritus simples, pero eso no va sin problemas. En principio eso suprimirá las “demandas” ya que la cosa se hará automáticamente; siendo que esta mujer ha tenido la compasión de un país entero. Sin mencionar los efectos perversos de la ley, en donde se matará de una sintiéndose “cubierto”. Es cierto que esos efectos perversos ya existen, incluso sin la ley…, y que hay Servicios en los que se limpia sin dramas.
[1] Chantal Sebire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario