miércoles, 27 de enero de 2010

Lista de inscriptos en la RED (actualizada a enero de 2010)

1-Karina Latorre (Rosario)


2-Alejandro Manfred (Rosario)


3-Margarita Scotta (Rosario)


4-Ivan Triten (Rafaela)


5-Ana Rosillo (Rafaela)


6-Lorena Culasso (Rafaela)


7-Laura Maggi (Posadas)

8-Diana Estrin (Buenos Aires)


9-Viviana Guigui (Buenos Aires)



10-Carina Scaramozzino (Campana)

11-Jorge Yakoncik (Marcos Juarez)

12- Cecilia Sabattini (Rosario)


13- Emiliano Albornoz (Rosario)


14- Mariano Bello (Rosario)



15- Marcos Esnal (Rosario)

16- Carlos Quiroga (Buenos Aires)



17- Marité Colovini (Rosario)


18- Juan Alberto Manino (Rosario)

19- Gonzalo Torrealday (Santa Fe)


20- Claudio Cabral (Rosario)

21- Soledad Secci (Rosario)

22-Luciano Rodriguez Costa (Rosario)

23- Gloria Annoni (Rosario)


24- Luciana de la Torre (Rosario)

25- Lucrecia Zamboni (Rosario)

26-Alfonsina Margherit


27-Nadia Cavaglia


28-Noemí Liliana Quéhé (Buenos Aires)


29-Beatriz Gabriela Suarez (Rosario)


30- Franco Ingrassia (Rosario)



31-Patricia Fochi (Rosario)


32-Roy Jacob (Rosario)


33-Eduardo Adaro. (Mar del Plata)


34- Francisco Ramirez (Paraná)



35- María Laura Giraudo (Rafaela)


36- Nora Lanese (Rosario)


37- María Paula Illia. (Rosario)


38- Martín Coronel (Rosario)


39- Beatriz Arce (Rosario)


40- Patricia Bricas (Rosario)

41- Héctor García. (Rosario)

42- Sebastián Roma (Venado Tuerto)

43- Melina Heinrinch (Rosario)


44- Romina Lipori. (Rosario)


45- Diego Butigliero (Rosario)

46- Adriana Chiavarino (Rosario y Alcorta)

47-Lilian Estigarribia (Rosario)

48- Carolina Fages (Rosario)


49- Patricia Fryd. (Buenos Aires)


50- Julio César Pereyra (Rosario)

51- Alicia Mascotti (Rafaela)

52- Graciela Deni (Rosario)


53- María Inés Fernández (Rosario)

54- Celeste García. (Rafaela)

55- Elsa Coriat (Buenos Aires)

56- Ana María Serra (Rosario)

57- Mariano Cordera (Rafaela)

58- Mario Malaurie (Buenos Aires)

Nueva inscripta en la red

Tenemos el gusto de infromar que Elsa Coriat se ha inscripto como enredada.
Bienvenida, Elsa!!!!! y a tirar de los hilos, a anudarlos y a enredarse......

Marité Colovini      Beto Manino

miércoles, 20 de enero de 2010

Más sobre el canalla. (para La política de los analistas)

 Los últimos acontecimientos del país y también de las instituciones de analistas merecen que nos detengamos a reflexionar. La figura del canalla se extiende y las canalladas abundan. Transcribo unos párrafos de un artículo que puede provocarnos a pensar sobre el tema. Como dice Lacan, practicar el psicoanálisis no nos exime de ser inteligentes y sensibles. Pero también, haber transitado por un diván, no es garantía de no hacer canalladas o de no convertirse en canalla. No se trata de que "hace falta análisis" sino de la relación con la castración y el objeto. Y hay quienes hacen de un análisis la ocasión para convertirse en el Otro del Otro. Podemos preguntarnos: ¿Llamaríamos a eso un análisis? Como ven, el tema toca los puntos más sensibles de nuestra práctica y de nuestros intereses. Se trata de ética, entonces, y la ética no tiene que ser un emblema ni una bandera de militancia, sólo es lo que se desprende como consecuencia de lo que hacemos.
Marité Colovini

"Cada psicoanálisis lleva al sujeto, al analizante, hasta un punto en el que puede reconocer una incompatibilidad esencial de su deseo. Este atolladero es irreductible e implica enfrentarse a una lógica paradójica. Enfrentarse a esta paradoja del deseo depende, en última instancia, de un ética particular ya que los actos que dependen están marcados por esta contradicción. La Ética, haciendo un recorrido por la enseñanza de Lacan, consiste en orientarse en relación a lo Real y ello no permite elección 6 posible pero es la Ley la que delimita una Ética que rige la existencia del sujeto; esta Ética resulta del asesinato del padre, mito que fue trazado en "Totem y Tabú".




Es la castración y su agente, es el deseo de la muerte del padre, en última instancia el que inscribe la culpa inconsciente en el sujeto. El Super Yo, como instancia moral, se presenta como identificación al Padre frente a la prohibición del goce igualitario que incluiría la Ética que se presentaría, por tanto, como homogénea al deseo. La ética es, pues la del deseo. De estos presupuestos parte Freud al establecer su fórmula: " Wo Es War, soll Ich werden" que Lacan lee como "Dónde ello estaba, yo debe advenir".



La Ética, nada tiene que ver con la elección del bien o del mal y es por ello que Lacan puede establecer para el analista el bien decir sin indicar nunca donde está el bien ...pero tampoco el mal. No se trata, no obstante, de un problema insoluble porque si el analista interviene en el dispositivo en uno u otro sentido, el riesgo es que el análisis quede suspendido en un punto crucial. El analista debe encontrar la palabra justa. porque el silencio es a veces tomado por el analizante como una desaprobación.



Si el sujeto elige el Mal: sufrimiento frente a la alienación del Bien y por ello permanencia del síntoma. Frente a ello el Acto analítico que apunta justamente al final, al atravesamiento del fantasma y la posible identificación al síntoma. Pero la vía del Mal es una primera respuesta del sujeto que asegura la existencia, aunque si bien el dolor del síntoma permite afirmarla, sigue siendo pasiva. Resta aún agregarle un acto para que el sujeto pueda reconocerse en ella.



Todo acto comporta la cuestión de la Ley moral y es esta ley la que el analizante viene a cuestionar a través del alivio del síntoma que le asegura, de este modo, la transgresión. Cada sesión representa una búsqueda o una demanda un acceso libre al goce.



Existe una diferencia ética entre el producto del saber inconsciente, el síntoma, del que el sujeto puede declararse inocente y el deseo sobre el cual el sujeto pretende actuar y del que responde mediante sus actos. De esta posición de sujetos siempre somos responsables, como afirma Lacan. Esta controversia mantiene una dimensión ética porque da al síntoma el sentido de la existencia. Este sentido es asumido por el analizante sin comprenderlo pero prosiguiendo en su análisis.



El progreso del análisis supone, de hecho, el descubrimiento de los atolladeros del propio acto. No huye de su angustia y, además, la reconoce en relación con los Nombres del padre, su culpa, etc. Y es en función de la revelación de estos atolladeros que el sujeto advierte que el análisis le conduce a un punto diferente por el que comenzó su análisis: si lo comenzó para tener mayor acceso al goce o gozar plenamente, el transcurso de las sesiones, y tal vez próximo a su fin, lo puede conducir a la castración y el objeto a. No solo no era como lo pensábamos sino como nos lo temíamos: El sujeto ya sabe que es necesario actuar porque significa sus fantasmas y el posible atravesamiento del fantasma fundamental y el no actuar significa la permanencia irreductible del síntoma. Actuar en el fantasma, atravesarlo, significa una nueva paradoja ligada a las identificaciones de su puesta en escena ya que quien expone, se expone al riesgo de que su acto sea exitoso y por tanto la realización del incesto. El analizante debe, en estos momentos, identificarse con la causa de su deseo y así habrá de advertirlo el analista pero estos momentos de vacilación suponen que el analizante pueda identificarse también con aquello que determina la causa del deseo, es decir, con el Otro del discurso. Puede, entonces, elegir asumir, gracias a su análisis, la posición de poder de aquel que ya sabe qué es lo que determina al deseo. Y esta es la posición del canalla: ocupa un lugar nuevo dejando la propiamente ética de analizante para situarse en el lugar del Otro del discurso7.



Esta posición, producto del horror a la castración y como retroceso del deseo de saber, es engañosa para el propio analista que creerá que su analizante está aún en análisis o, peor aún, que ha llegado a la conclusión de su análisis. No obstante, el saber adquirido en su análisis, a través de una ética propia al dispositivo, se convierte en la utilización, como poder, de ese saber. Creyendo haber dominado su deseo, se identifica con las insignias del poder que pudo localizar en su análisis.



Y como estas insignias del poder no podrían estar vacías, un uso común sería el intento de dominio a los colegas, compañeros y amigos para continuar ejecutando los mismos fantasmas, pero a partir de una nueva posición afirmada en el saber adquirido. El canalla es como el estafador o manipulador que, afirmado en su análisis, sabe aprovecharse del deseo de otro no sólo en nombre de cierto saber adquirido, sino también por la consideración de analizado o analista que ese saber puede conferirle. Utiliza una función que comporta una ética, para convertirla en un instrumento de poder. Poder que será ejercido en un marco diferente de aquel para el que la función estaba destinada ( el campo analítico ).



El canalla, es verdad, es una excepción aunque podemos encontrarlos en la historia del movimiento psicoanalítico y en la Escuela de Lacan.



El canalla carece de culpa y responsabilidad tan siquiera en su posición de sujeto. La culpa para el canalla, es siempre de los otros. La responsabilidad también. En lugar de producirse atravesamiento del fantasma, se provoca o se obtiene una detención. La identificación, para este tipo de sujeto, es con los objetos de poder y el garante sigue siendo el Otro. Trabaja de manera solitaria pero amparándose siempre en los otros de la Escuela que, por otro lado, lo reconocen como colega."

Extraído de: EL TRAVELLING Y EL CANALLA: UNA CUESTIÓN DE ÉTICA

 por José Luis Chacón Lafuente

martes, 19 de enero de 2010

Los tiempos que corren....y los canallas. (Para Psicoanálisis en la calle)

Amigos enredados: Los acontecimientos de nuestro tiempo hacen revitalizar una categoría que Lacan sitúa en el seminario XVII: el canalla y su acción: la canallada.
Me parece interesante que intentemos pensar lo que nos acontece dentro de nuestro discurso, ya que si hay una política en el psicoanálisis es justamente la que lleva a la interpretación.
Publico un texto de un colega de Salta, que ha investigado sobre el tema.

Marité Colovini






LA CANALLADA Y LOS CANALLAS DE NUESTRO TIEMPO



El texto comienza con una referencia de Lacan sobre la canallada: "proponerse como Otro del Otro para manipular el deseo de los demás", para ubicar, seguidamente, su forma contemporánea: el sistema evaluativo. Posteriormente, se establece una correlación entre la posición canalla con la noción de psicopatía y su distinción con la posición perversa. Finalmente, se proponen algunas figuraciones contemporáneas posibles de pequeños y grandes canallas: dirigentes, predicadores, el político corrupto, el jefe de banda delictiva y el analista canalla.



Por Juan Pablo Mollo

FUENTE: http://www.psicosalta.com.ar/joomla//index.php?option=com_content&task=view&id=132&Itemid=1





Al intentar conceptualizar la posición canalla el problema que surge inmediatamente es que "canallada" y "canalla" son nociones en Lacan usa muy discretamente. No obstante, hay una referencia cierta en El reverso del psicoanálisis donde otorga la siguiente definición: toda canallada se basa en querer ser el Otro del Otro de alguien para manipular sus deseos. En consecuencia, el canalla proclama la verdad desde el lugar del Otro para operar sobre los deseos de los otros.

Tales afirmaciones surgen de un comentario sobre las proposiciones en tanto hechos del Tractactus logico-philosophicus. Una obra del primer Wittgenstein que culmina en la preposición: "de lo que no se puede hablar hay que callar", anulando así la dimensión de la verdad, la metafísica, el ser, el sentido etc. En efecto, si las proposiciones del Tractactus logico-philosophicus resultan tautológicas y no hay modo de salir del lenguaje de los hechos, entonces: "no hay metalenguaje"; pero, por otro lado, la estructura gramatical como encadenamiento significante sin sujeto de la verdad, es la psicosis misma. En resumen, como no hay Otro ni metalenguaje, el canalla se propone como Otro para manipular a quien haga de su deseo, el deseo del Otro.



Ahora bien, la gran canallada en la época del Otro que no existe es, inexcusablemente, la científica; la cual, establecida toda como verdad por el mercado multinacional, capta el deseo de todos proponiéndose como Otro del Otro. Incluso E. Laurent, ha titulado a un trabajo suyo psicopatía de la evaluación, lo que permite entrever, como expresión de una gran canallada, al mismo sistema evaluativo. Asimismo, como indica Lacan, también existe la "canallada filosófica “como un saber sistemático, un sistema o una doctrina que se propone como verdadera para los demás.



En contrapartida, el sujeto contemporáneo manifiesta una desconfianza cínica hacia toda ideología pública, pero se deja llevar, sin contradicción, por fantasmas paranoicos de supuestas conspiraciones políticas, económicas o religiosas, - por ejemplo: el SIDA es resultado de un laboratorio secreto de la CIA, los francomasones dominan el mundo -, y así la desconfianza en el Otro termina en la confianza en el Otro del Otro invisible e impenetrable que maneja los hilos del mundo. De esta forma, se hace consistir a una canallada política en la subjetividad cínico posmoderna de nuestros días. Y según argumenta Zizek, la violencia contemporánea es la tentativa de golpear ese insoportable exceso de goce que se agrega al Otro convirtiéndolo en un Otro del Otro.



Las psicopatías y sus clasificaciones inherentes tienen una tradición importante en la psiquiatría y en el psicoanálisis de la IPA. En su conjunto, tales enfoques han destacado especialmente el rasgo de "manipular", el cual, ha quedado a nivel fenoménico y social como la característica más sobresaliente del psicópata. Desde esta simple perspectiva, habría una analogía entre el psicópata y el canalla, aunque este último es más específico.



En Introducción teórica, la categoría de psicopatía le interesa a Lacan a partir de su indagación sobre el superyó como articulador del sujeto con la ley desde un alcance subjetivo y antropológico. Sin embargo, en su vasta enseñanza no la considera una entidad nosográfica y tampoco le otorga un valor clínico alguno.



Por otro lado, la posición canalla se distingue del método perverso: el canalla ocupa el lugar del Otro para manipular al otro, mientras que el perverso ocupa el lugar de objeto para alcanzar la división subjetiva en el partenaire y así alcanzar el goce del Otro. La cuestión última del perverso es con el gran Otro encarnado en el semejante-víctima que, por estar sometido a la escena sistemática, pierde su fachada imaginaria ofreciendo señales de angustia y presentando lo que es absolutamente Otro. En efecto, con una voluntad decidida, el objetivo del fantasma perverso es el goce del Otro y el medio es su identificación instrumental, pasando por la angustia del partenaire. Por otra parte, la noción de canalla puede combinarse con la estructura perversa y psicótica, por ejemplo: una voluntad canalla del perverso posicionado como instrumento del goce del Otro que puede virar hacia el lugar del Otro del Otro; o individuos asesinos que resultan suplencias perversas o compensaciones canallas de la psicosis.



Indudablemente, al negar toda implicación con la culpa y la responsabilidad, la posición canalla resulta antinómica a la rectificación subjetiva; justamente, un rasgo característico del canalla es que "siempre se inventa disculpas para todo". Asimismo, un canalla que siempre encuentra justificaciones para sus actos sin culpa ni responsabilidad alguna, puede ser perfectamente compatible con la normalidad social y política. Resulta frecuente que el canalla se enmascare detrás de una autoridad en la que no cree y desde allí comenzar a ejercer una influencia sobre el otro. Ciertamente, los individuos manipuladores del deseo no se corresponden con el delincuente común ni el asesino criminal sino con predicadores, dirigentes, terapeutas etc. Al respecto, puede distinguirse al pequeño y ambicioso canalla inmerso en una lógica de éxito y fracaso, de un canalla mayor que, sobre el derrumbe del deseo propio y ajeno, se entrama en el ejercicio del poder para manejar las realidades de los otros. Y como afirma Miller, el perfecto canalla es un Stalin, el hombre de acero, intocable, cerrado sobre sí mismo, sin escrúpulos ni decencia, sin vacilación ni falta en ser. Desde luego, el esplendor del canalla y su brillo maléfico provienen de no aceptar ni al Otro con mayúsculas, que no es más que una ficción, ni a los otros, que no valen nada.



Finalmente, el canalla de nuestros días podría figurarse polarizadamente entre el corrupto y el jefe de una banda de delincuentes. Obnubilado por la ambición, el político corrupto, no deja de camuflarse en los gobiernos democráticos, ni de delinquir, ni de fingir ser un hombre trabajador y honesto para aprisionar el deseo de los otros. De modo semejante, el cabecilla de "cuello blanco" no actúa él, sino que hace actuar a los demás; por ejemplo, un gran canalla no es quien roba los autos sino el administrador tanto del desarmadero como del dinero de quienes trabajan para él. Se trata del psicópata líder de organizaciones delictivas cuya actitud es introvertida, misteriosa y planificada



El canalla corrupto es equivalente a la forma de psicopatía "encubierta" del hombre de negocios, el hombre mundano, el científico e inclusive el psiquiatra mismo: su fachada es normal pero es la típica máscara del psicópata. Y en otro rango puede incluirse también al analista pequeño canalla como aquel que manipula el deseo de sus analizantes para que reproduzcan su lugar de poder por el poder mismo.



En definitiva y más allá de las figuraciones, el gran canalla es aquel que sabe que el Otro de la ley es un semblante y no se detiene en la manipulación de los otros, ni en sus acciones de goce por ningún ideal. Es aquel individuo que, independientemente de cualquier distinción social, pretende existir por fuera del Otro de la ley, excepto cuando ocupa un lugar de poder y pone las reglas del juego para los demás.

martes, 12 de enero de 2010

Niños o bebés con problemas orgánicos. Por Emiliano Albornoz

Creo oportuno tomar para el tema niños o bebes con problemas orgánicos


algunos párrafos del texto. "Problemas de los padres. Problemas de los

psicoanalistas" del libro "El psicoanálisis en la clínica de bebes y niños

pequeños".

De Elsa Coriat.

“En nuestra estrategia hay un factor común que se repite: a todos les

proponemos que, además del estudio o tratamiento específico que se

implemente, si decide continuar trabajando con nosotros, solicite cada

tantos meses una consulta de control con el neurólogo y, también,

entrevistas psicológicas, a cargo de un psicoanalista".

"Llegados a este punto, la enorme mayoría de los padres considera casi

obvia la necesidad de consultas sistemáticas con el neurólogo, pero no

ocurre lo mismo con las entrevistas psicológicas. Aquí, el tipo de respuesta

de los padres podría dividirse en tres grupos".

"Están aquellos que toman la propuesta de entrevista psicológica con tanta

naturalidad como la de concurrir a la consulta neurológica; pero no son

mayoría. Están aquellos que no dicen nada..., pero que tampoco solicitan el

turno correspondiente. Y están aquellos que nos dicen algo así como: ¿para

que entrevistas psicológicas?. Nosotros estamos bien con nuestro hijo. No

necesitamos ayuda. Lo aceptamos así como es.”

(...)

"Esa pregunta-¿para qué entrevistas psicológica?- me parece totalmente

legítima. Si el problema detectado tiene que ver con la organicidad del

niño, ¿para qué ponerles entrevistas psicológicas a los padres?, ¿de que

manera estas entrevistas podrían modificar lo que en el niño está

irremediablemente afectado?".

(...)

"Nuestras intervenciones con los padres apuntan a la posibilidad de

realización del niño en tanto sujeto del deseo. "Sujeto del deseo" son los

términos estrictos que, en un lenguaje mas cotidiano, implican un niño que

quiere jugar y hacer picardías, a diferencia de un puro cuerpo domesticado;

condición para que ese niño alguna vez se transforme en un adulto con

responsabilidad y conciencia de sus actos, con una vida de intercambios

sociales, con sus propios deseos y su propia construcción del camino para

alcanzarlos, por mas que su nivel de inteligencia no le permita resolver

determinadas operaciones matemáticas o que su afección motriz congénita

le haga requerir de ayuda agena para movilizarse ".

(...)

"Utilizar el término técnico de "sujeto del deseo" nos permite orientarnos

en relación a por donde pasa el quid de la cuestión".

"Las lineas del destino del niño, tanto de su persona como de su deseo,

están escritas en los padres, dictadas desde el deseo de éstos hacia su

vástago. Tanto el deseo como el amor de los padres son condición para el

surgimiento del deseo del niño; pero según como este amor se exprese -es

decir, como se realice en la vida cotidiana- puede tanto propiciar como

obturar ese surgimiento ".

(...)

" La propaganda que se difunde en este campo indica a los padres amar

especialmente a su hijo discapacitado y hacer mucho por él". "Los adultos

que lo rodean se anticipan a todo porque ya saben lo que tienen que hacer:

lo leyeron en un manual de estimulación temprana o se los dijo el

terapeuta. Con tantas cosas para hacer dictadas desde un saber ajeno, no

queda tiempo para que la madre le formule a su hijo (o se formule a ella

misma) la pregunta clásica: Bebé, ¿qué querés?, ¿qué querés vos en

particular?".

"Nuestra cultura está llena de mitos acerca de qué conviene ofrecerle a un

niño afectado de un problema orgánico congénito, "esos niños diferentes,

con necesidades especiales ".

(...)

" Qué decirles a los padres?. ¿Qué son culpables de haber hecho lo que

casi todo el mundo considera que hay que hacer?. ¿Qué son culpables de

haber obedecido las indicaciones proporcionadas por los profesionales

consultados?".

(...)

" Con respecto a los chiquitos discapacitados de todo tipo, la tendencia

actual de la mayor parte de la comunidad y de sus profesionales, es insistir

sobremanera en la importancia de la "diada madre-hijo" y fomentar el

tiempo de la "simbiosis". Lo consiguen de tal manera que, cuando el

pequeño crece y ya no se trata de un bebé, se lamentan de la incapacidad

del niño para establecer la separación o una mínima independencia,

atribuyéndole a lo orgánico. No se les ocurre pensar que ése es el resultado

del trabajo realizado".

"Lo psíquico se construye sobre el papel de lo orgánico, pero la mano que

escribe está dirigida desde el inconciente de los padres. Lo orgánico no es

causa de lo psíquico en su aspecto afectivo; a la inversa, la estructura

relacional que los padres establecen con su hijo en los primeros años de

vida, deja marcas en lo orgánico: ya sea para propiciar el nacimiento de un

sujeto del deseo, ya sea para imposibilitarlo".

"Un psicoanalista hace falta en la clínica interdisciplinaria de los

problemas del desarrollo infantil porque las palabras y mensajes de la

cultura se entrelazan con las palabras escritas en el inconciente de los

padres que nacieron, se criaron y viven de esa misma cultura. Sólo otras

palabras -palabras que den cuenta del por qué de los diversos efectos y

resultados de las diversas maneras de hacer clínica- podrán deshacer los

nudos conceptuales que en definitiva asfixian a los pequeños sujetitios, ya

que en definitiva, ciertas formulaciones especialmente amables, sólo dan

nuevos aires a los viejos prejuicios ". Elsa Coriat

Es cierto que tanto culturalmente como también en las neurociencias existe

la creencia que el mejor modo de trabajar con niños con problemas es

abordando con los padres desde la crianza las dificultades que el niño

presenta, preparando a estos para que lo ejerciten, de esta manera se

olvidan de la constitución del sujeto, centrándolos en las supuestas

problemáticas y abriendo dificultades mas severas, renegando de los

saberes inconcientes necesarios para el nacimiento del sujeto.

Estos padres siguen lo que creen que es lo mejor para sus hijo, porque

nuestra cultura así lo sostiene aunque el psicoanálisis problematiza y

cambia el eje de la discusión. Por lo cual culpabilizarlos por haber

obedecido las instrucciones del psicólogo o del médico de turno no sirve

para nuestros pacientes, los niños, sino que se torna necesario trabajar con

estos padres para posibilitarles retomar sus funciones (función materna,

función paterna) muchas veces maltratadas por los prejuicios sociales

sobre estos niños.