Esto no es un poema de amor, o tal véz si?... Vale la ambiguedad, si logra transmitir, dar cuenta quizás, del pasaje por esa experiencia inédita, renovada cada véz
de la primera entrevista en el análisis y los avatares de aquello que llamamos "transferencia". No tengo otra fuente en la que abrevar, si pretendo dar testimonio de alguna verdad, que la propia vivencia, que el viaje hacia mi pasado... Así que cualquier similitud con la realidad, no es mera coincidencia, es el suelo dónde nos paramos quienes trabajamos desde el psicoanálisis y el material con el que se construye la cotidianeidad de nuestra práctica. La transferencia puede ser juego de espejos en un laberinto interminable, es sin duda "zona de riesgo" por esencia y definición, pero es también y tal véz paradógicamente, la razón suficiente y necesaria, el punto de amarre de cualquier intervención y la escala en la que medimos, las posibles eficacias...
Solo ocurrió una vez ...
Que te miré y me miraste, sobre todo me miraste.... y me sentí mirado... por primera vez, me sentí mirado y tal vez aprendí a mirar... hoy no lo podría decir con exactitud....
se me olvidan las fechas y los días, se agolpan los recuerdos, forman fila las emociones en una extensa caravana de imágenes y palabras..
se agigantan los espacios, resuenan los silencios y puedo percibir el transcurrir azaroso del tiempo...
...y el cálido reflejo de tu voz
apagándose en un ritmo
cadencioso
y confidente...
y la clave silenciosa junto a las llaves
del candado...
y la noche sin estrellas y sin luna
de aquél asalto brutal
a mi pasado...
territorio de espectros complacientes
de duendes huidizos
y siniestros
de lobos feroces
y alocados...
solo fué que me miraste,
que un instante bastó
para creerte...
que un momento bastó
para olvidarme,
y un segundo sirvió para perderme
y una lágrima vino a rescatarme...
y tan solo así
y así solo
sin arreglos ni trajes a medida
fuí trepando la cuesta
de los tiempos
desafiando las historias repetidas...
solo pasó que me miraste, con ojos
de cielo despejado...
y en la tarde borrascoza de los míos
solo el miedo asomaba
reflejado...
pués en las pausas temerarias
del silencio
me enseñaste a jugar con lo sagrado
con apuestas clandestinas y en penumbras
cuál si fuese un convicto
desahuciado...
desahuciado del amor y de la vida...
con fecha de vencimiento
y código de barras
que estimando mi precio arancelaban
las consignas devaluadas
de mi alma...
solo por mirarme,
en una tarde
de noviembre...
hallaron un lugar
las promesas olvidadas...
Dedicado con mucho cariño a María Inéz Miraglio, mi analista por tantos años...
Héctor García
No hay comentarios:
Publicar un comentario