miércoles, 9 de diciembre de 2009

Conferencia de Lacan en Milán y respuestas a preguntas del público.

Mando traducción retomada hoy, primera parte, de una conferencia en Milán de Lacan, 30.3.74, para subirla. No la mando en word porque no sé si se puede adjuntar acá, en todo caso Franco dirá. Si alguien sabe si está ya traducida (la empecé con Raquel Capurro hace dos años) please que me avise. Es un work in progress, nada definitivo pero da pa' empezar con un debate me parece a mí sobre entre otras cosas cómo plantea el lugar de los psicólogos. También el problema de la propaganda. Pensaba si algunos mails que hemos recibido estos días no van en ese sentido. Que les guste y les concierna. salut!

Marcos






Conferencia en el Centro cultural francés el 30 de marzo de 1974, seguida de una serie de preguntas preparadas con antelación, a fin de esa discusión, y fechadas el 25 de marzo de 1974. Aparecida en la obra bilingüe: Lacan in Italia 1953-1978. En Italie Lacan, Milan, La Salamandra, 1978, pp. 104-147.



Traducción: Marcos Esnal.











Díganme, ¿cómo les hablo en francés? ¿Hace falta que ponga mucha atención en articular bien, o quizá todos serían capaces de entender, así, como les hablo, lo que puedo tener para decir…?



¿Quieren que, en suma, yo… que articule muy bien…



Levanten la mano, escuchen, acomodémonos.



Bueno. Ya está.



Bueno, estoy a disposición para responder a sus preguntas. Ya tengo acá ya las preguntas... por las que estoy contento porque son preguntas que prueban que... ¿estoy hablando lo suficientemente alto?...







¿funciona?



Son preguntas que... prueban que verdaderamente estuvieron trabajando con Contri, quiero decir sobre las cosas que escribí, entonces estoy muy contento por las preguntas.



Bueno... como hace falta que alguien ponga las cosas en marcha... voy a decir un cierto número de cosas... voy a decir un cierto número de cosas que no responden enseguida a todas las preguntas, porque sería algo muy largo... voy a decir un cierto número de cosas que voy a tratar de aclarar... de aclarar en su alcance exacto. Lo que espero, es el mínimum de lo que puedo esperar para trastornarme, no?



No estoy aquí para hacer turismo y menos para descansar –son dos cosas diferentes, ¿no?, el turismo y el descanso.







Pero estoy acá porque lo que espero es que algo se produzca en Italia, a saber que un cierto número de personas aquí sean, sean digo, - es el verbo es-se-re- sean analizadas.



Pero eso no depende de mí. Para ser analista, lo que es una posición muy difícil aunque absolutamente condicionada por el punto en el que estamos, quiero decir que...



Buen día!



Venga cerca mío, Fachinelli. Venga. Venga, quería verlo ahí. Fachinelli es, en suma, la primera persona, que me leyó en Italia y a quien eso le produjo algo.



Entonces... para que ustedes sean analistas, no puedo de ninguna manera quererlo en lugar suyo. Eso debe venir de cada uno.



Hay... puede haber aquí alguien que quisiera ser analista... es una cosa de la cual ciertamente hay demanda, de analistas. Después les voy a explicar por qué. En fin, eso llegará, por qué hay demanda – pero no es una razón para que cualquiera responda ahí.



Porque, se los vengo de decir, es una posición casi imposible.



Entonces no puedo quererlo en su lugar. Es necesario que cada persona se tantee acerca de eso y que se decida a querer serlo.



No hago, para que haya analistas, ninguna propaganda.



No veo para nada por qué...



No es que no haya necesidad de analistas, en Italia.



Seguramente la hay, por la razón de que en Italia se está en el mismo punto... que en ese punto que voy a tratar de definir.



Voy a tratar en verdad de definir por qué las cosas están como para que haya necesidad de analistas. Es en verdad seguro para Italia como para todos los lugares, por otro lado.



No es una razón para que los haya... quiero decir (para) que alguien se consagre a ese lugar.



Entonces, no hago ninguna propaganda... La palabra propaganda está en verdad asociada, desde hace tiempo, a la idea de fe... en fin, de propaganda, es así que la palabra nació, de propaganda fide.



No hay tampoco ninguna necesidad de tener fe. No veo, cuando hayan escuchado lo que tengo para decirles, qué fe ustedes podrían tener para ser analistas.



Hay una necesidad, en el punto al que llegamos, una necesidad, es lo que digo, de que haya analistas.



Esa necesidad está ligada a algo que es del orden...



...hace tiempo nos apercibimos que lo necesario estaba ligado a lo que voy a decir: a saber que es del orden...



...es del orden (de) que hay algo que devino imposible...



...algo que devino imposible en la vida, la vida cotidiana de la única multitud que conocemos, de la que sabemos ciertamente que habla, a saber, lo que se llama generalmente los hombres.



Hay algo que devino imposible por el hecho de una cierta invasión... algo que señalo como el real.



Nuestras relaciones con el real… -...cuando digo “nuestras” hablo de los seres hablantes- hay algo que devino imposible por una suerte de invasión de lo real que quizá se nos escapa, pero que devino extremadamente incómoda.



El real por la ciencia se agranda... quiero decir que aun la manera de la cual está hecha esta mesa es algo que tiene una insistencia muy distinta que la que eso haya podido tener con anterioridad en la vida de los hombres.



Hice alusión a eso en Roma hace ocho días... pido perdón a los que no pudieron llegar en ese momento...



Lo real devino una presencia que no tenía por el hecho de que se ha fabricado un montón de aparatos que nos dominan, como no se había hecho nunca antes.



Es solamente a causa de eso que somos empujados a considerar que el análisis, es la única cosa que puede permitirnos sobrevivir a lo real.



El hombre siempre tuvo muy bien el sentido de lo que podría alcanzar de real. Siempre tuvo de eso una idea muy precisa.



Lo real, es la única categoría de la cual él puede saber algo, y es exactamente por eso que comenzó a interesarse por... si tienen una mínima aproximación a la historia del saber, deben saber que comenzó por interesarse por el cielo –lo que es algo bizarro, porque podría haber empezado a interesarse por la tierra.



Muy pronto comprendió, y bien, que no podía sino seguir de cerca al cielo.



Cuando hablo del cielo hablo de lo que se llamó durante mucho tiempo la bóveda celeste, a saber: las cosas que permanecen siempre en la misma posición en el cielo.



Entendió bien esto: que ahí podía saber algo (...) es a partir del cielo que él hizo, si puedo decirlo así, descender sobre la tierra las cosas que sabía hacer.



Comprendió bien que... ya es una cosa prodigiosa, ¿no?, completamente prodigiosa que haya comprendido enseguida que no era sino ahí donde debía dirigirse para hacer lo que no llegó sino después de mucho tiempo, a saber todo tipo de maquinitas quienes, a fin de cuentas, lo aplastan... lo aplastan porque a fin de cuentas lo que se relaciona con su vida –cuando digo “vida”, ya verán enseguida qué quiero decir con eso- lo que se relaciona con su vida, es otra cosa muy distinta.



Simplemente... la obstrucción que esas maquinitas aportan en su vida, lo ponen en la urgencia de saber cómo él vive.



Naturalmente... de eso no puede tener la menor idea, ya que las únicas cosas que él puede verdaderamente saber pasan por otro lado... por lo que llamé el cielo, que no tiene relación, se entiende, con la idea religiosa del cielo. Pasan por otro lado, por algo a lo cual él tenía acceso y, como se obstruye con todo lo que le retornó de esa consideración del cielo, como está verdaderamente obstruido al punto que todo puede pasar, siente el peligro...entonces llegamos a pensar que había personas que hacía falta ayudar a vivir, y para eso elucubramos otro saber, que trata por lo menos de ver la relación que eso tiene, la vida, con el saber.



...Entonces, ahora voy a ingresar en algo que tiene un aire... que tiene el aire de ser una filosofía.



Hasta hoy vine hablando de la evidencia, la evidencia de que no es por nada que el análisis –a saber la necesidad que tienen las personas de tener una pequeña idea de lo que son como seres vivientes- no es por nada que apareció recién en nuestros días... en nuestros días (…) a causa de esa obstrucción de lo real.



(...) No es para nada una filosofía, es simplemente un... una cierta referencia, un cierto reconocimiento de algo con lo que es preciso conciliarse, ponerse en resonancia, para cumplir esa función que es requerida por... digamos, ¿qué? –el mundo moderno.



Requerida para que no haya demasiada gente que sea aplastada por lo real.



Es por eso que se tiene necesidad de personas que llamamos, de forma totalmente impropia, psicólogos.



Los psicólogos son una herencia, una herencia de cierta idea que nos hacemos de las relaciones del hombre con lo que imaginamos ser... un mundo, o sea algo que estaría hecho para él.



Entonces, lo que trato de enunciar es a partir de qué... digo, lo mínimo para que esa práctica sea soportable para las personas que responden ahí.



Quiero decir: que se ofrecen, hay que decirlo. Se ofrecen a cumplir esa función que se volvió necesaria, para que las personas tengan una pequeña idea de lo que comporta sobrevivir a la admisión de un real –por otro lado, cuando digo “un real” no hago otra cosa que historia- a la admisión de un real que no es forzosamente más real que cualquier otra cosa, pero sí el único real que serían capaces, justamente, de hacer entrar en su vida.



A fuerza de revolver las cosas que no podrían en verdad haber hecho venir sino del cielo, son ahora comidos por el real.



El real, no quiere decir eso que es verdaderamente real... es el único real al cual serían capaces de acceder.



Ahora que lo han materializado, para llamar las cosas con su nombre, se aperciben que eso no tiene relación con su vida de siempre.



Pongo ese término “vida” entre comillas porque no es para nada seguro que ellos vivan.



La prueba, por otra parte, es esa relación que tienen con lo real, que es seguramente –ahora la cosa es tangible (golpea sobre la mesa) – algo muy insoportable.



Entonces, traté de decir lo mínimo... lo mínimo gracias a lo cual se podría, si puedo decir, hacer que, ese real, se conciba lo que pasa con él, o sea que eso nos, digo, aplasta. Hace más en realidad: nos impide respirar, nos ahorca.



Entonces, el punto en el que estoy… el punto en el que estoy en relación a esto, es evidentemente eso lo que refleja la mayoría de las preguntas que me aportaron… el punto en el que estoy está ligado a una larga... en fin, “batalla” (“bataille”).



Ha habido batallas –no es muy francés, hay que decirlo- ha habido batallas que Lacan tiene “combatidas”. (En francés no decimos nunca “combatir una batalla”: se “libra” una batalla. Pero no es algo importante. No veo porqué no se diría que Lacan ha combatido batallas, aunque no se combaten batallas, una batalla, se combate un adversario... etc.).



Entonces, en efecto combatí algunas cosas... combatí algunas cosas en el pensamiento de los analistas.



Es cierto que el hecho de creer, de creer, porque Freud a dicho algunas cosas, que eso deja intacta la noción del yo, por ejemplo –que es algo que llegó muy tarde en el pensamiento, en la filosofía- , pensar que el inconsciente de Freud dejaba intacto el yo, - diría aún más, era la primera vez que se osó hablar del yo autónomo, de la idea de que tenemos una instancia para expresar como Freud mismo lo expresa, una instancia que sería la del yo y que sería una instancia distinta del inconsciente- es en verdad una idea que no pudo sino venir de personas que creyeron deber explicar lo que hacían de una cierta manera, o sea ir al auxilio de un yo que...



(El discurso se interrumpe por el cambio de la cinta)



La idea de que el analista tiene un aliado –porque es así, es de ahí que partió la idea del yo autónomo- un aliado en el yo de cada uno, y que ese yo es autónomo, es algo que no se les pudo ocurrir sino a personas cuyo objetivo confeso era explotar ese terreno, o sea que tenían que hacer con los hombres que sufrían de algo, ¿de qué?, de un desvío de la historia del punto en el que estamos, esa invasión de cosas fabricadas –fabricadas según el modelo celeste ¿no?.



La idea de explotar eso pasándoles la mano por la espalda diciéndoles:



“Pero lo que hay que hacer es liberar su yo autónomo, liberarlo de todo eso de lo que sufre de manera patente y no tiene caso que continúe sufriendo tanto – pero ya que usted tiene un yo autónomo… usted está con nosotros de corazón”.



Es muy bizarro, es un ejemplo de lo que no es para nada novedoso, ¿no? Se ha tenido mucho éxito durante siglos al fascinar a mucha gente con eso que llamo la fe… es decir al demorarlos, al desplazarlos… lo digo de una vez: al estafarlos (duper).



Entonces, ¿por qué los analistas no continuarían con…? El único problemita… es que eso no puede ya continuar.



Eso –hacerle creer a la gente que tienen un yo, siendo que todo dice lo contrario- eso no va más.



Ellos están demasiado aplastados por lo que es la consecuencia de su saber – o sea que su saber les retorna con todo y los estrangula.



Les pueden hablar del yo de ellos, así, durante cien años, eso no los va a mejorar.



Quisiera que eso continúe.



Estoy seguro que no puede ya continuar, y que, en todo caso, si hay algo de lo que los analistas son incapaces, es de hacerle creer a alguien en yo.



Como pienso por otro lado que los analistas, en suma, vienen a su lugar... no quiero decir para nada con esto que tienen la antorcha de la esperanza... están como todos los hombres condicionados, llamados a una función, y una función que puede rellenar eso de lo que se trata, o sea si podemos saber cosas que en la ocasión pondrían en regla... pondrían en regla esos seres hablantes... los pondrían en regla y les permitirían acomodarse a las consecuencias de su saber: es cierto que para eso es necesario que sepamos un poco más.



Y ciertamente lo que es necesario saber no es que existe el yo autónomo.



Trato de decir lo mínimo de lo que resulta de esta experiencia, de la experiencia del analista.



¿Por qué propongo esto bajo esta forma que es el nudo?



El nudo en el sentido en que hay cosas que se sostienen juntas y que tienen un comportamiento muy especial, el nudo de los tres registros o categorías que son el real, el imaginario y el simbólico.



Es lo me surgió a mí de esta manera, después de un cierto tiempo de experiencia analítica.



Yo los he asociado, intercalando comas entre cada uno: el imaginario, el simbólico, y el real.



No están invitados por mí a creer en eso; lo están a tratar de servirse.



Eso no es para nada una iluminación filosófica: partí de mi experiencia, y me pareció que... me pareció que daba cuenta de algo, de cómo esa experiencia se constituye.



Cuando hablo del simbólico, naturalmente, no se trata para nada de la metáfora, de las imágenes, de lo que generalmente se llama el símbolo – de lo que Jung, por ejemplo, llama el símbolo- en el sentido por ejemplo en que el corazón dibujado sería el símbolo del amor: no es de eso, para nada, de lo que se trata.



Cuando hablo del simbólico, se trata de la lengua.



Para ustedes la lengua... –que escribo en un solo término: lalengua, porque quiere decir lalala, la lalation, a saber que es un hecho que muy pronto el ser humano hace lalaciones, no hay más que ver un bebé, escucharlo, poco a poco hay una persona, la madre, que es exactamente la misma cosa que lalengua, que aparte de ser alguien encarnado, quien le trasmite lalengua...



...entonces, para ustedes lalengua es la lengua italiana, para mí, se trata de la lengua francesa –porque es la que me enseñó la madre que era la mía...



y me parece difícil no ver que la práctica analítica pasa por ahí, porque todo lo que se demanda a la persona que va a confiarse a ustedes, no es otra cosa que: hablar.



Hace poco vi a mi buen maestro - porque lo era, mucho antes de Freud- Étienne Gilson.



Étienne Gilson era tomista, y gracias a él trabajé ese viejo autor, ese viejo autor que estaba lejos de ser un idiota, porque todo lo que dice se sostienen muy muy bien, en fin...



El buen Étienne Gilson hace objeción a la Traumdeutung de Freud... por escribir, y de escribir en ella, porque él lee Freud, de escribir en ella los sueños.



Es cierto que de hecho hablar un sueño es algo que no tiene nada que ver con el sueño mismo, el sueño como vivido.



Es lo que me objeta Étienne Gilson, quien no es freudiano.



La diferencia entre nosotros es que... tuve una práctica analítica... y él me objeta eso, que a fin de cuentas un sueño es algo que no se puede decir porque es algo vivido.



Creo que... como ahora es muy viejo –tiene veinte años más que yo, lo que no es poco porque yo tengo ya muchos años- no pude llegar a hacerle discernir que aportaba agua para mi molino: justamente al tomar el sueño una vez realmente, ¿por qué no decirlo?, traducido en lalengua, eso es algo vivido.



Aparte: como no sé qué es la vida, se los señalé recién, tampoco sé qué es lo vivido. Sé bien que se ha acordado, en alguna filosofía, mucha importancia a lo vivido, pero yo no soy filósofo, soy practicante y lo que sé es que un sueño se descifra, se interpreta pero únicamente a partir del momento en el que el analizante lo habla.



Lo que es fabuloso es que... es el hecho de que eso vehicula lo que siempre ha sido, en sí mismo, un enigma, si se lo habla, entonces descubrimos que podemos interpretarlo.



A saber, que es precisamente a nivel del hecho de que es hablado, que nos apercibimos que encubre lo que no aparecía para nada en su vivencia, que encubre un saber y que es eso lo que Freud designó bajo el nombre de inconsciente.



Es que diciendo ciertas cosas, entre las que hay sueños, actos fallidos, chistes, decimos más de lo que sabemos.



Que sabemos en el sentido en que hablé al principio, en el sentido de ese real... ese real que descendió del cielo, y que hay todas las posibilidades de que la lengua se haya de alguna manera formado, cristalizado como precipitación de ese saber.



Pero eso... sería decir más de lo que sabemos del asunto.



No digo que la lengua esté hecha sólo del inconsciente: no sólo no lo digo, sino que es cierto que la lengua porta la huella de todo un uso práctico, que desciende de un saber diferente y notablemente de ese saber que califiqué recién de saber de lo real, o sea de lo que el hombre produjo en relación al cielo.



No lo digo, y no lo digo por otra parte porque pienso que no es sino por ahí, por ese hilo, por el hilo de lalengua, que podemos justamente leer allí la huella de un saber otro, un saber otro que de alguna forma está en el lugar de lo que Freud imaginó, digo imaginó, como inconsciente, y lo que tenemos que hacer es seguir el hilo de esa imaginación freudiana, de ver adónde conduce, lo que quiere decir, cómo está estructurada.



Si puse en primer plano la función de lalengua en la práctica analítica, fue simplemente para que... para que el análisis no sea una estafa. Para que no lo sea, lo mínimo es saber con qué operamos. Encuentro por eso increíble decir que en una práctica que no se hace sino de hacer hablar a alguien, y ante todo de escucharlo, incluso de responder de tiempo en tiempo, la lengua no sirve para nada, a saber, que se busca más allá. Se busca no sé qué, por ejemplo...



La primera cosa que se encuentra es el pensamiento, es cierto, lo que hay de más próximo a lo que se enuncia en el hecho de hablar. Las personas, seguro, piensan que piensan, y es incluso curioso que... que es eso lo que las despierta.



Es muy curioso, incluso, que jamás se haya subrayado que el pensamiento, en lo que podemos alcanzar... (golpea sobre el micrófono)... que el pensamiento es segundo en relación a la lengua –contrariamente a lo que los filósofos de la escuela llamada de Strasbourg trataron de poner en primer plano- que no hay pensamiento que se sostenga de otra cosa que de la lengua.



Es muy cierto.



No hay pensamiento decible, en cualquier caso... Entiendo que haya ahí alguna parte del pensamiento –lo que generalmente se llama así, es que algo que hacía referencia a cosas que ingresan perfectamente en ese saber, ese saber celeste del cual partí recién.



Imaginamos que, de ese saber, somos el reflejo, que hay algo se llama el alma que refleja el cielo.



Creo que en relación a esto la continuación de la práctica analítica se explica –me ha parecido a mí, pero si alguno encuentra algo mejor no veo por qué no le haría lugar- por la referencia a esta distinción masiva, de lo que está ahí presente en nuestra práctica como la lengua que hablamos, de la cual se sostiene el simbólico, el real, por otro lado, por el cual estamos obstruidos, y el hecho de que el hombre imagina: imagina tanto y tan bien que es eso, al fin de cuentas, lo que sostiene su vida, imagina al punto de no poder impedirse pensar que también los animales imaginan –en fin, por qué no después de todo, tienen todo el aspecto de hacerlo, seguro que es así, vemos que se comportan como los locos, en fin, quiero decir que parecen ver algo que no está ahí, que no lo está para nosotros, ¿no?.



Esta idea de la imagen siempre tuvo un gran papel, y ordena muy, muy bien, un montón de funciones.



Entonces, con ese nudo, ese nudo triple, ese nudo fabricado de una manera que es algo que imaginé, seguramente...: porque Freud imaginó el inconsciente, yo imaginé lo que llamamos el nudo borromeo para hacer imagen de cuál es la relación de ese simbólico, de ese imaginario y de ese real.



Quiero decir que dos no están anudados sino gracias al tercero.



Es evidente, para ver el lazo del imaginario al simbólico nos es necesario suponer el real... que es el único que puede hacer el lazo.



Anudar y desanudar el real y el imaginario, es lo que el simbólico se la pasa haciendo, ya que es en lalengua que está la distinción del imaginario y el real.



Pero, lo que no se termina de ver, ¿no? es por qué propuse ese nudo borromeo. Es que el lazo, el lazo tan importante que parece ser capital, entre el simbólico y el real es capital porque es con todo con el aparato del simbólico que el hombre hizo descender ese real, ese real celeste del que hablaba recién, ese real celeste del que resulta, por qué no, esta botella de no sé qué, de San Pellegrino, porque es también la consecuencia... la consecuencia de nuestra ciencia.



Es gracias a eso que no podemos... como lo aconsejan los taoístas... lo aconsejan con todo el derecho... ya que a partir del momento en que tenemos botellas hace falta que las paguemos, que se las fabrique, hace falta que haya montones de gente que sean sus víctimas sangrantes, antes de que eso nos atraviese,... ahí en un vaso hecho con no sé qué... flexible...-esta botella de San Pellegrino sería totalmente superflua si hubiese arroyos a nuestro alcance, pero seguro que no es así en Milán... no tendríamos sino que ir a tomar agua de ahí y beber con el hueco de la mano...- es justamente ahí que los taoístas han prohibido incluso el uso de la cuchara, en fin, lo han prohibido a nombre de... a nombre de la vida, simplemente, ¿no?: porque esta botella de San Pellegrino es tan mortal como todo el resto, por el sólo hecho de que existe como botella, es decir como una manipulación del real. Todo esto no impide que en el punto en el que estamos al respecto, es importante que nos apercibamos que, aún con ese hecho, -que si el ser humano no fuese un ser hablante no habría botellas de San Pellegrino -, todo esto no impide al simbólico, o sea el hecho de que habla, el hecho de alcanzar este real sublime de la botella de San Pellegrino... ese real y ese simbólico, a o sea la botella y el hecho de que yo hable... y bien, hace falta para anudarlos, para anudar los dos, el último término del imaginario, ya que ese nudo, ese nudo entre las tres instancias, no es, en el estado actual de las cosas, sino imaginable él también.



Y es por eso que propuse ese nudo triple, ese nudo borromeo, que si tuviese un pizarrón se los dibujaría. Es muy fácil de ver, traten, que haya la forma de disponer tres redondeles de cuerda de tal manera que una sola de las tres, no importa cuál, siendo cortada, haga que las otras dos queden libres. Quiero decir que no se sostienen juntas sino por el tercero, el tercer término.



Eso no quiere decir que desprecie cualquier cosa de lo que es del orden del imaginario... si es de hacer la instancia real que es... tan real como el real, porque es ella quien hace el nudo del real al simbólico.



Entonces ¿qué es lo que resulta de esto?



Resulta esto: que lo que Freud ha revelado, es que un saber, el saber de otro orden, el saber que no es ese que del cual el ser hablante mamó la leche celeste –lo mamó hasta envenenarse ¿no?- es que hay un otro saber que es legible ahí donde podemos,... lo tomamos ahí donde podemos...



Encuentro que podemos, haciendo hablar a las personas de sus sueños, de sus actos fallidos, de lo que los hace divertirse, o sea el chiste, que podemos ver que ahí saben más que lo que han... tomado del cielo.



Saben algo de eso, de lo cual no se sabe por cuál extremo tomarlo.



Y lo que hay de extraño, es que hay algo de lo cual jamás hemos cesado de hablar, sobre lo cual incluso hemos dicho que nunca ha sido más abundante, pero de lo cual no sabemos literalmente qué hacer cuando tratamos de reducirlo al saber... a saber...



(El discurso se interrumpe por el cambio de la cinta)



...contrariamente a lo que es generalmente divulgado, que es que lo que Freud muestra... es que el amor... en fin... el inconsciente (...).



Él no ha hablado sino de eso, sólo que no se dio cuenta, como era... en suma... un perverso, o sea que era heterosexual... Gracias a trasposiciones delirantes, amaba a una mujer, la suya... creía que era suya. Naturalmente ella no le pertenecía más que lo que cualquiera le pertenece a quien sea. El había hecho de ella un ser de sueño, justamente. En fin, se imaginaba amar lo que él llamaba “su mujer”: en su caso es muy claro que eso era una perversión... A fin de cuentas él mismo dio las claves de esto, a saber que no se ama una mujer, se ama una idea... En su caso es seguro. De vez en cuando ocurre que amemos una mujer. Cuando eso ocurre es muy difícil de manejar. Es como... es mucho más difícil de manejar que una botella de San Pellegrino.

1 comentario:

Héctor García dijo...

Marcos, me pareció buenisimo lo de Lacán en Italia, algo que desconocía por completo y que me sorprendió gratamente...
Creo que nos dá material de sobra para "entretenernos" en varias cuestiones.
Respecto de la propaganda se me ocurren dos cosas; tengo mis dudas si vale hacer una traslación histórica lineal de estos comentarios desde el 74 hasta hoy, en lo que se refiere a la significación del concepto, diría lo mismo en 2009?
No tiene nada que decir el psicoanálisis hoy desde y hacia la propaganda?
Lo segundo va en esta dirección, creo que no se puede hablar de propaganda sin más, en lo que atañe al discurso psicoanalítico, sin correr el riesgo de caer en una peligrosa "mismidad", de mimetizarnos dentro de una constelación de ofertas y demandas que constituyen por esencia lo característico de este "mercado global", tan distinto en muchos aspectos al de los setenta.
Creo que en estos términos se podría pensar una propaganda que marque diferencias...
Saludos, Héctor