miércoles, 18 de noviembre de 2009

Psicoanálisis y Literatura

Un amor Muerto[1]

por Roy Jacob







Nataniel. Curioso y trágico Nataniel. No pude atisbar lo siniestro de tus desventuras. Pero si ese poema donde auguras tu destino inexorable. Poema que te embriaga de llamas danzantes y de amores de madera, culmina al fin con una triste imagen: “Nataniel mira los ojos de Clara, pero es la muerte quien lo mira sonriendo desde aquellos ojos”. Y aunque ya no reconoces como tuya la voz pavorosa que le da forma, aún así una tarde de nubes como mantarrayas sacas de tu bolsillo el poema y se lo lees entre lágrimas. “Nataniel, mi adorado Nataniel, arroja ese extraño, absurdo y espantoso poema al fuego” se lamenta Clara “¡Maldita autómata sin vida!” le gritas.



“¿Que diferencia a alguien que es psicótico de alguien que no lo es?”



Entonces huyes y ella llora y murmura que nunca la has comprendido ¿pero acaso alguien hace eso por ti?



“La diferencia se debe a que es posible para el psicótico una relación amorosa que lo suprime como sujeto, en tanto admite un heterogeneidad radical en el Otro. Pero ese amor es también un amor muerto”



Silencio. Lejos ya del poema, o tal vez dentro de aquel curioso y pulido presagio en letras, después de la advertencia y el desconcierto de los amigos, después de esa escena donde bailas y te encuentras con el amor supremo, reflexionas sobre ella, sobre su extrema reserva, sus palabras ahogadas entre suspiros, sus nulas palabras y piensas “Alma celestial, de que valen las palabras, la mirada de sus ojos dice más que cualquier lenguaje terrenal”



“Donde la palabra está ausente allí se sitúa el Eros del psicótico, allí encuentra su supremo amor”



Perdona, perdona Nataniel si acaso yo, el que nada comprende, agrego con un dejo de pudor: “Olimpia”.

3 comentarios:

Roy Jacob dijo...

a nota al pie de página corresponde a lo siguiente: Enredos entre E.T.A. Hoffmann “El Hombre de arena” y J. Lacan “Las psicosis”.

Margarita Scotta dijo...

Era ella quien lo estaba haciendo por él. Pero hay algo de la demanda amorosa de la mujer que no lo deja concernido, no muerde allí Nataniel, no se deja caer sustituido siendo dicho en esas palabras... entonces no alcanza la metáfora, claro, u oscuro para él, porque el deseo se desprende de la demanda y el amor podría ser un objeto alcanzado en esos cruces. Pero aquí hay una alteridad que no se confunde con el sujeto mismo. Sin embargo, hay un amor..., quizás, muerto, ¿porque no se confunde con el objeto que ella le reclama? Y así sale airoso de los tironeos de la vida, pero queda afuera, muerto en vida...

Margarita dijo...

Llamar "heterogeniedad" a una alteridad deficitaria no alcanzada por la metáfora del amor; pensar, no en términos de un diagnóstico diferencial psicosis, neurosis por las distintas maneras de amar, sino encontrar lo psicótico de todo (o cualquier) amor en ese punto del poema de Nataniel donde lo que se ve desvitaliza la palabra que viene del Otro y el semejante pasa a ser el autómata...