jueves, 12 de noviembre de 2009

Juarroz. Fragmentos verticales.

El amor nunca se consuma. Antes de su supuesta consumación, porque falta algo. Después, porque sobra algo y sobrar es otra manera de faltar. Y el instante de su aparente consumación no es más que un vértigo que huye, un relámpago fantasmal que superpone aproximación y alejamiento, lo lleno y lo vacío. Un punto que se borra en el momento mismo de colocarlo. Sólo queda el recuerdo de una posibilidad que pareció realizable. En consecuencia, llamamos consumación a una pérdida. Tal vez una pérdida necesaria. O quizá no.

1 comentario:

Margarita Scotta dijo...

El amor a veces se consuma. Y es cuando la significación no queda como pérdida (momento melancólico del poeta en su lucidez de lo verdadero) sino abriendo la posibilidad hacia el futuro. Lo que se da cuando se ama, es lo que funda esa posibilidad... y el amor la realiza.