martes, 3 de noviembre de 2009

EL HECHO DE ENREDARNOS.

Por Marité Colovini

La Red no es nada sino el puro hecho de enredarnos.

Para enredarnos es preciso que el otro exista.

Para que el otro exista es necesario que lo supongamos.

Para suponer que hay otro es vital caer como Uno.

Para caer como Uno es que tenemos que sabernos en falta.

Sabernos en falta es revelarnos agujereados.

Y es con eso, con lo que nos falta, con lo que hace agujero, con el otro, que podemos enredarnos.

5 comentarios:

Margarita Scotta dijo...

... muy bueno el eslabonamiento y el impulso que va tomando cada frase sobre la anterior en la reiteración... ¿y cuál es la operación que hace que el otro exista?, más allá de suponerlo... porque si estoy a nivel de suponerlo, lo estoy pudiendo pensar, sigue estando en mi pensamiento, aún no pasó a la existencia... ¿habría que buscar en los existencialistas esta respuesta?

patricia bricas dijo...

Marité, oportuna tu reflexión, y me alegró, porque la leí como sincrónica a mi "unoex-tiende", que escribí en la nota de agradecimiento a Beto por invitarme al esta red.

Gonzalo Torrealday dijo...

Es sabiéndonos en falta que podemos pasar de pensar a escribir y a ese escrito compartirlo con otros. Saberse en falta no es quedar en falta, pero para eso no es necesario solamente una disposición personal, sino un soporte, un otro que no sea un Otro, sino que aloje en su incompletud algo de ese deseo que nos lleva a dar el difícil paso a la escritura. Creo que ese es el espíritu de la red y eso es lo que posibilita una apertura de lo deseante.

emiliano albornoz dijo...

la red puede ser leída como un dispositivo que promueve modos diferentes de lazos con el otro, agujereando al uno ideal.
Hay diferentes dispositivos que promueven el deseo y desafectan al sujeto del ideal como hay otros que lo atan a este.

Margarita Scotta dijo...

Habría entonces un modo de dar existencia al otro, más allá de las disposiciones personales (saltéandolas, hasta evitándolas) más allá del reflejo de mí mismo porque sería un sostén (que no se convertiría en Gran Otro; ni sería ilusión que sostiene) sino que alojaría el deseo (sin sentirlo como goce; el riesgo de los entre-dos-con-otro)sino que permitiría (lo que Gonzalo dice como) un paso difícil... paso a la escritura... pero al semejante tendríamos que encontrarlo, o tendría que esperarnos, en un lugar bastante particular... no sé... pero es innegable que la época que nos toca, el post-modernismo, nos pone en una transición (que será difícil que podamos desmentir) de encontrar nuevas formas de vínculo, en esta instauración decisiva del ateísmo que se venía preparando desde Platón...